Finalmente, Telefónica concretó la venta del 40% de su filial de infraestructura Telxius, una acción por la cual venía bregando desde mediados del año pasado. La operación indica que Telxius se valoró en € 3.678 millones de euros (incluyendo deuda), una valoración similar a la establecida por Telefónica para Telxius durante el fallido intento de sacar a la Bolsa la filial, para reducir deuda frente a los intentos truncos de vender activos (en particular, la frustrada venta de O2 en Reino Unido a Hutchison Wampoa)
Pero la escasa demanda obligó a girar el timón en busca de otras alternativas. En marzo acordó la venta de Telxius, que se concretó en dos tramos. De todas formas, La venta no ayudará en mucho a recortar la deuda neta de Telefónica, que ya al cierre del tercer trimestre se había reducido a € 47.222 millones, en línea con la propuesta de Álvarez Pallete de reestructuración de la compañía y a tono con las expectativas del mercado, que espera que la deuda baje a € 46.000 millones en 2018.
Aunque luego de la transacción, Telefónica seguirá siendo el principal cliente de Telxius, además de mantener un porcentaje mayoritario y el control operativo de la empresa. Es decir, el acuerdo con KKr es estratégico para los planes de la compañía, más allá de que Telefónica siga la tendencia de otros operadores -como Telecom Italia, América Móvil o Verizon y AT&T en Estados Unidos- de desprenderse de activos de infraestructura para concentrar sus esfuerzos en servicios digitales.
El plan de Telefónica y KKR se plasmó en un acuerdo entre los accionistas e incluye la optimización del uso las torres que tiene la empresa y la finalización en 2018 de los cables submarinos que todavía están en construcción. A principios de año, Jesús Olmos, máximo ejecutivo de las operaciones de KKR en España, había anunciado que “la combinación de la experiencia industrial de Telefónica con el apoyo financiero y operativo de KKR permitirá a Telxius expandirse y crecer”.
La expectativa es generar sinergias que permitan a Telxius aprovechar la creciente demanda de datos móviles. El objetivo es posicionar a la empresa ante un nuevo ciclo de inversión de los operadores – principalmente en Europa pero también en la región- para el futuro despliegue de redes de 5G.