En materia de infraestructura tecnológica para el sector de Salud hay un escenario fragmentado, que se pone a prueba hoy con la pandemia de Covid-19: por un lado, segmentos muy afectados, como consultorios, centros de atención programada y exámenes preocupacionales, que vieron interrumpida su actividad y no habían incursionado en transformación digital; por otro, centros de salud –en su mayoría, privados-, que se habían preparado previamente y pudieron reaccionar más rápido a la necesidad de flexibilidad que exige la emergencia sanitaria.
Estos últimos adelantaron su plan de negocios y derivaron inversiones –si acaso no lo habían hecho ya- hacia cinco aspectos: procesos de negocio (legajos digitales, historias clínicas electrónicas, envío de documentación vía apps); uso de dispositivos móviles para el trabajo cotidiano y el diagnóstico virtual; seguridad de equipos y datos que corren sobre ellos (al trasladar a parte de los equipos médicos a sus hogares); asepsia (unidades móviles para tests aleatorios) y DevOps (acrónimo en inglés para “desarrollo y operaciones”, en referencia al desarrollo ágil y movimiento hacia apps en la nube).
Para sostener estos puntales de transformación digital la inversión en infraestructura va hacia modelos de hiperconvergencia (Hyper-converged infrastructure –HCI-), que combinan la virtualización del almacenamiento, del cómputo (máquinas virtuales y contenedores) y de la seguridad (firewalls, por ejemplo). Diego Quintana, CEO de Wetcom, confió a Convergencialatina que las entidades de salud inician este camino en general con procesos de negocio digitales, y luego le suman la simplificación de centros de cómputo y la seguridad de los equipos: “La mitad de nuestros clientes en el vertical de Salud está haciendo pruebas de concepto de hiperconvergencia. Son hospitales privados, laboratorios y obras sociales en los que instalamos un server físico para hacer pruebas, en medio de la emergencia”.
Además de un ROI rápido para este tipo de inversiones en infraestructura –entre 12 y 24 meses-, lo que buscan los centros de salud es flexibilidad para responder al incremento de demanda (en particular en áreas de terapia intensiva) o de cambios en el modelo de negocio (por ejemplo, laboratorios que vieron mermada su actividad y salieron a instalar unidades móviles para tests en la entrada de fábricas). En este sentido, la creación de escritorios virtuales o VDI es una de las implementaciones concretas de mayor agilidad en un esquema de hiperconvergencia. “Previo a la pandemia, la virtualización de escritorios no estaba en el sector sanitario, y hoy se acelera. También sirve para que evitar que diferentes personas utilicen un mismo equipo”, agregó Quintana.
La mayor demanda en VDI para este vertical también generó preocupación por la seguridad y disponibilidad de la información, ahora trasladada en muchos casos fuera de los centros de salud. Dmitri Zaroubine, gerente de Sistemas de Ingeniería para LATAM MCA en Veeam, dedicada a recuperación de datos, ratificó este nuevo interés desde el vertical sanitario, aunque alertó que no se ve como prioridad al back up. Los escritorios virtuales conllevan el riesgo de que un ataque a un usuario, con acceso a herramientas de gestión comunes, “contagie” al resto de los usuarios de la compañía. “El reto en el sector de salud está en el presupuesto. Si bien están comenzando a invertir en tecnología, los mayores montos están dedicados a camas. En uno o dos meses, se estará llegando al límite en utilización de tecnología”, advirtió.