El 13 de julio se iniciará la campaña de lanzamiento del Saocom 1B - Crédito: Ministerio de Ciencia
Para el 30 de marzo pasado estaba previsto el lanzamiento del satélite Saocom 1B, un gemelo de su predecesor, el 1A, en órbita desde octubre de 2018. Como tantas cosas que retrasó la pandemia de coronavirus, el despegue del Saocom 1B a bordo del cohete Falcon 9 de SpaceX fue postergado, aunque desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) ya confirmaron la nueva fecha para el despegue: el próximo sábado 25 de julio. Luego se iniciará el periodo de maniobras para colocarlo en su posición orbital, que puede tomar dos a tres meses.
El Saocom 1B, un artefacto de 3.000 kg y una antena de 35 metros cuadrados, aguarda en Cabo Cañaveral, Florida, para sumarse a la constelación iniciada por el Saocom 1A, y podría sumar otros satélites en el futuro, considerando que la vida útil de estos equipos de observación por microondas, especializados en imágenes para medición de humedad del suelo, tienen una vida útil de cinco años y medio –al menos en los papeles-. Para la Argentina la incursión en estos artefactos constituye un verdadero hito en términos de ciencia y desarrollo, ya que se desconocía totalmente sobre tecnología Radar de Apertura Sintética (SAR por sus siglas en inglés, se diferencian de los más usuales, los ópticos); la fabricación se hizo en el país, con aportes del sector público y privado; y actualmente Conae es la única agencia especial que otorga un mapa de humedad con la resolución que otorga el Saocom 1A, sólo comparable con su par japonesa a nivel mundial.
La inversión en el proyecto Saocom asciende a US$ 600 millones, incluyendo ambos satélites, las estaciones terrenas y la fase de elaboración de modelos. El desarrollo del modelo de vuelo del Saocom 1A se gestó entre 2013 y 2018, y el de su gemelo, entre 2015 y noviembre de 2019. Originalmente se encomendó a Conae frente a necesidades del sector agrícola de conocer la gestión del agua –tanto para mejorar cultivos como para anticipar emergencias por inundaciones-, pero la construcción implicó un fuerte trabajo de coordinación entre distintos proveedores, como recuerda en diálogo con Convergencialatina Josefina Peres, jefa del Proyecto Saocom en Conae.
El principal reto, la antena de 35 metros cuadrados, fue encargada a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA); la plataforma y electrónica central se derivó a INVAP; y los componentes de la antena y otros elementos fueron desarrollados por 80 empresas argentinas, todas coordinadas por el brazo ejecutor de Conae, la estatal Vehículos Espaciales de Nueva Generación (VENG).
El potencial de la “revisita”. El Saocom 1A funciona en banda L, en órbita baja, a 620 kilómetros de altura, y gira permanentemente alrededor de la Tierra, a unas 14,8 órbitas por día. Gracias a la tecnología SAR (y como ventaja frente a los satélites ópticos), funciona de día y de noche, independientemente de la iluminación solar, puede proveer imágenes para todo tipo de clima y otorga una medición precisa de distancias. Esto último le permite detectar movimientos del suelo, de estructuras, pendientes y curvas de nivel.
Lucas Bruno, gerente de Segmento Terreno de VENG, es parte del equipo de más de 50 personas que controlan la misión del Saocom 1A desde el Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Falda del Cañete, Córdoba. Allí se ejecutan las funciones que hacen al control del satélite y se reciben los pedidos de los usuarios, a través de un catálogo o interfaz que permite programar dónde le interesa recibir una imagen. Este pedido se transforma en comandos que “entienda” el satélite, para que, al orbitar por encima de cierto punto en la Tierra, capture el dato y lo guarde en la memoria. Cuando el Saocom 1A transita sobre alguna de las 8 estaciones terrestres de soporte en el planeta, descarga el dato y después se convierte en imagen, utilizada para distintas aplicaciones.
“Para esto tenemos que controlar todo el tiempo el estado de salud del satélite. Pasa de una gran temperatura a muy baja, al dejar de ver al sol, por lo que usamos las distintas estaciones para este monitoreo. Nuestros desarrollos apuntan a que el dato llegue al usuario. Tanto el Saocom 1A como el 1B brindan dos tipos de imágenes: la denominada “streetmap”, de mayor resolución pero de pisada más angosta; y otro modo más ancho, en la que se adquiere mucha información pero menos detallada”, precisó.
El potencial de la convivencia del Saocom 1A con el 1B está en la “revisita” sobre un mismo punto de la Tierra. Ambos satélites estarán en la misma constelación y plano orbital, a 180° del otro, por lo que se podrá tener una repetición de la misma imagen (45 minutos después del paso del primer artefacto), o mayor cantidad de imágenes de la misma zona, cuestión que puede ser de suma utilidad, por ejemplo, en una situación de emergencia. Se espera que con ambos dispositivos en órbita se logren 450 minutos de adquisición de datos por día, y que se procesen más de 300 GB de datos.