La Internet de las cosas (IoT) y los teléfonos inteligentes generan tantos datos y requieren tiempos de respuestas tan breves que las redes, por más que han multiplicado su velocidad, resultan lentas. En estos casos, interactuar bajo el paradigma de la computación en la nube (cloud computing) ahora se dispersa en forma de niebla (fog computing). En otros términos, el procesamiento vuelve al borde de la red y a los dispositivos terminales. Un comportamiento que parece cíclico: del mainframe, a la PC en soledad; de allí al cliente-servidor; luego, “la red es la computadora”, con lo que (casi) vuelve la terminal boba; posteriormente, la nube y ahora el procesamiento regresa a los dispositivos y al borde de la red.