La confusión y desorientación del Gobierno y sus aliados fue notoria. No pudieron articular argumentos consistentes y críticos. La jugada no estaba en los cálculos de nadie y derrumbó los ejes del escenario político existente. Todo se trastocó con una sola jugada. En las fuerzas “cristinistas” y de sus aliados generó alegría, porque la convocatoria llama a construir una nueva mayoría que sea competitiva en las elecciones presidenciales de octubre. Aunque la jugada signifique un deslizamiento a posiciones de centro.