El estrechamiento de las relaciones entre Bolivia y Perú quedó claramente visible en la Cuarta Reunión del Gabinete Ministerial Binacional, realizado meses atrás, donde se avanzó en proyectos de integración entre ambos países. El principal interés de Bolivia es encontrar una solución a su mediterraneidad, para lo cual impulsa tres proyectos de los cuales uno está casi concretado (conexión de fibra óptica con los cables submarinos que llegan a Perú); otro que se encuentra en sus primeras etapas (utilización del puerto peruano de Ilo como base para su comercio internacional), y el relacionado con el tren bioceánico (que aún se encuentra en etapa de negociación con países interesados).

El proyecto de conexión con los cables submarinos se definió en ocasión de la segunda edición del gabinete binacional entre ambos países, celebrada en noviembre de 2016, en el que también se trataron temas de transporte. La puesta en marcha del proyecto estaría lista en un año pero luego el cronograma se modificó. Recién a mediados de 2018 la compañía Entel Bolivia –a cargo de la iniciativa- puso como nueva fecha tentativa mayo de 2019 y recientemente, en el marco del festejo de 11° aniversario de su estatización, señalaron que será en agosto próximo.

La conexión de fibra óptica comprende un total de 2.200 kilómetros, de los cuales 1.024 kilómetros corresponden al tramo terrestre y el resto al tendido submarino. El objetivo central de su colocación es mejorar la calidad y bajar los precios de Internet en Bolivia. La inversión prevista es de cerca de US$ 60 millones.

Complementariamente a este proyecto, en febrero Entel Bolivia recibió una licencia única por parte del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) de Perú para operar en ese país y se espera que ello comience a funcionar una vez que ocurra lo propio con la red de fibra óptica. De esta forma, Entel comenzará a dar distintos servicios en el sur de Perú, en las regiones de Desaguadero, Mollendo, Tacna, Moquegua, Ilo y Lima.

En cuanto a la utilización de las instalaciones del puerto de Ilo, el Protocolo Complementario y Ampliatorio fue firmado por los presidentes Evo Morales y Alan García en octubre de 2010, y para su plena vigencia debió ser aprobado por los congresos de Bolivia y Perú, lo cual recién se concretó en 2013. El documento permite a Bolivia utilizar por 99 años las costas peruanas del océano Pacífico para el intercambio industrial, económico y turístico.

A pesar de los años transcurridos desde su aprobación, recién este año Bolivia comenzó a utilizar a pleno ese puerto para el intercambio comercial con volúmenes que superan el 80% respecto del año pasado. Anteriormente el país utilizaba fundamentalmente el puerto chileno de Arica, pero diversas medidas implementadas por las autoridades de esa terminal portuaria, sumado al fallo del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, impulsaron al gobierno boliviano a derivar paulatinamente su comercio internacional hacia Ilo y otros puertos menores.

El proyecto del tren bioceánico es el principal objetivo boliviano y el más ambicioso de la historia de integración de Sudamérica y con mayor perspectiva de comercio intercontinental.  El tren partirá de Brasil, desde el puerto de Santos, cruzará Bolivia y terminará en Perú, en Ilo. De los más de 3.800 kilómetros de vías, 1.435 kilómetros pertenecen a Brasil. En el lado de Bolivia, el corredor pasará por 1.965 kilómetros, divididos en dos ramas: la oriental, de 637 kilómetros, y la andina, de 548 kilómetros. Ambas están construidas pero tendrán que ser reformadas. Además, Bolivia deberá construir otros 780 kilómetros de vías para unir ambos ramales. Respecto de Perú, es el país con menor cantidad de vías: tendrá que construir 458 kilómetros, todos desde cero.

Si bien hasta el momento hay quince países interesados en participar del proyecto, tanto de Sudamérica, Asia y Europa, todavía falta resolver un tema esencial: el gobierno brasileño encabezado por Jair Bolsonaro no lo tiene entre sus prioridades y por el momento no estaría dispuesto a avalar su realización. También hay que tener en cuenta que Chile tiene su propio proyecto de tren bioceánico, que al igual que el anterior, comienza en Brasil, pasa por Paraguay y Argentina y termina en Chile. Por supuesto, evita a Bolivia y a Perú.