El Plan de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea, más conocido como Plan Ceibal, está en boca de todos por dejar a Uruguay como el referente en educación a distancia, en tiempos donde el coronavirus contrastó como nunca a los que ya trabajaron por ella y los países que no.
En 2007 comenzó la entrega de computadoras para todos los niños y adolescentes del Uruguay y dos años más tarde, el 100% de sus estudiantes de colegios públicos eran dueños de un dispositivo con el que podían conectarse gratis a Internet. Pasaron trece años, y las clases a través de videoconferencias se volvieron indispensables para continuar con las lecciones mientras que los alumnos se protegían en sus casas del contagio del coronavirus. El 29 de junio pasado Uruguay retomó las clases presenciales, pero la experiencia con el Plan Ceibal en la era del aprendizaje online forzado dejó numerosos aprendizajes.
Convergencialatina dialogó con Federico Morales, gerente de Servicios de Logicalis, y Federico Rodríguez, gerente de Cuentas de la misma firma, que desde 2010 trabaja con el proyecto educativo tras ganar una licitación junto con Cisco. Ante el problema de no contar con suficientes profesores de inglés en Uruguay para impartir clases en todo el país, Logicalis estableció una plataforma a través de la cual se dictaron lecciones con profesores ubicados en Montevideo, pero también en otros países, como Argentina, Chile o Tailandia.
Se trabajó de la mano de British Council, que elaboró la parte académica de la currícula y la preparación de los profesores. Porque además, la dinámica de dar clases a niños de 8 a 14 años a distancia fue algo totalmente nuevo tanto para maestras dentro de las escuelas como para los niños. El docente local en general no sabía inglés, por lo que debió capacitarse a ese personal para interactuar con los alumnos. “Hubo un momento en que instalábamos tres escuelas diarias, con tres cuadrillas recorriendo todo el país y montando toda la infraestructura sobre salones de clases de escuelas, de las cuales muchas de ellas no estaban preparadas para tener una solución de esta característica montada. Esa primera etapa fue extremadamente desafiante desde la infraestructura”, recordó Morales.
Para Rodríguez, la replicación del esquema del Plan Ceibal en otros países requeriría de ciertas decisiones políticas, por encima de las tecnológicas. “Todo gobierno que conoce la existencia de Ceibal instantáneamente se le despierta el interés de replicarlo, porque como proyecto es interesantísimo. Pero surgen inconvenientes que van más allá de lo tecnológico. Hoy, una de las claves del éxito es cómo se manejó políticamente su creación desde el primer momento. Fue muy ingeniosa la manera en que el sistema político logró presentarlo y lograr un conceso de todas las aportes de ir para adelante. Sin eso, tengo mis dudas de que exista tal como hoy lo es. Entonces, cuando un país intenta replicarlo (hemos tenido muchas ofertas de ayudar en esa construcción de un Ceibal nativo), empiezan a surgir ese tipo de dificultades. Lo complejo no es cómo manejar el equipo de videoconferencias, sino que lo complejo es que todo el sistema acompañe la fundación de un proyecto como este”.
En salud, una base de datos centralizada. El Plan Nacional Coronavirus instrumentado desde el Estado uruguayo en material de salud se nutrió de todos los avances logrados previamente en torno a la estrategia Salud.uy. Bajo el concepto de que se mueve “el dato”, y no las personas, es decir, que “el dato sigue a las personas”, para el seguimiento de los infectados se utiliza una base de datos centralizada: allí se vuelca la información recogida en un asistente virtual web, en la aplicación móvil Coronavirus.uy (primera de la región en contactar con el sistema de rastreo sobre Bluetooth de Apple y Google), en un Call Center y en un WhatsApp estatal.
Como relató Pablo Orefice, director de Salud de Agesic Uruguay durante un evento virtual a inicios de julio, otros sistemas de apoyo que aportan a esta base son el sistema de relevamiento de camas y respiradores disponibles; el inventario de residenciales y formularios de visitas al país; y la historia clínica electrónica nacional (HCEN), que agrupa datos de laboratorios, emergencias, asistencia en consultorios ambulatorios e internaciones.
La HCEN uruguaya es otro desarrollo pionero de América latina. El plan de adopción establecido en 2017 para los más de 100 establecimientos del país tiene como meta llegar a un 100% de los usuarios del sistema de salud este año, y un 90% de los eventos de salud registrados en HCEN. “Más de 11 millones de consultas accedieron hasta el momento a la plataforma de HCEN. De los 14.000 profesionales médicos que hay actualmente en Uruguay, 12.000 ya la utilizaron. Unos 270.000 documentos “viajaron” de un establecimiento hacia otro y fueron mostrados para que un médico los viera”, detalló Orefice.