En el inicio del ciclo electivo de 2013 se lanzó la primera versión de Huayra, un corte de Linux desarrollado sobre Debian localmente, que se incorporó a las Netbooks del programa Conectar Igualdad y está disponible para descargar en cualquier PC. Javier Castrillon, coordinador General de la iniciativa, relató a Grupo Convergencia los pormenores de la implementación de esta plataforma, cómo va creciendo con la colaboración de los usuarios, cómo se expande a diversas dependencias del Estado y qué beneficios les trae. La entrevista fue publicada en el Atlas y Anuario de las Telecomunicaciones 2013.
Convergencia (C): ¿Cómo surge Huayra?
Javier Castrillon (JC): Nace dentro de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), en el programa Conectar Igualdad. Estábamos en el equipo de seguimiento y evaluación donde relevamos más de 800 escuelas en todo el país, una vez lanzado el programa. Nos dimos cuenta que estaba creada la necesidad de tener una plataforma propia. Las primeras computadoras venían con sistema privativo, Windows, y, afortunadamente, Linux, pero este sistema no era propio, no se estaba usando el software libre en su paradigma con la posibilidad de compartirlo, constituirlo entre todos, ponerle valor agregado. A medida que el programa fue tomando madurez, decidimos hacer el desarrollo. El año pasado me dieron la coordinación del proyecto y formamos el equipo. Hoy somos 16 personas entre programadores, diseñadores, docentes, sociólogos y comunicadores sociales.
C: ¿En qué se basó el desarrollo?
JC: En Debian/GNU, una plataforma solida con 20 años de experiencia, es la distribución por excelencia de Linux. Nuestros desarrolladores trabajan con los mismos estándares de calidad de Debian y tenemos el mismo sistema de repositorio, Debian Pure Blends. Más allá del desarrollo del sistema, toda la gráfica y la sistematización del trabajo la hacemos nosotros. Escribimos los tutoriales, cursos virtuales y presenciales y hasta reescribimos el menú de ayuda. Cuando abrís la computadora por primera vez te aparece una ventana que se llama “primeros pasos” donde te explicamos cosas más simples. Esa pieza de software ya la está usando Canaima, en Venezuela. Además Huayra está desarrollado y diseñado usando Huayra: nunca utilizamos Photoshop, ni ninguna herramienta de otro sistema.
C: ¿Qué herramientas especiales tiene este sistema que no tiene otros?
JC: La versión 1.1 tiene 1.500 aplicaciones. El sistema está pensado para el peor escenario, una escuela en el medio del monte sin acceso a Internet. Por eso vienen instaladas todas estas aplicaciones en 2,7 Gb, con editor de texto, herramientas de programación, de diseño gráfico, un programa para hacer tu propio videojuego, para hacer imágenes 3D, para DJ, para administrar libros electrónicos, entre otros. Está pensada para casi todos los usos que se nos ocurrió.
C: ¿Las aplicaciones también las desarrollaron ustedes?
JC: Desde el consejo directivo de Conectar Igualdad propusieron los temas que había que tratarse en las herramientas. La mayoría de estas aplicaciones está en el repositorio de Debian pero las localizamos: las traducimos al español, las afinamos para que entren en la memoria y capacidad de la Netbook y las adaptamos a la resolución de la pantalla de la computadora. Después incorporamos varias aplicaciones locales, como Icaro, un sistema de robótica libre, y otros programas hechos por desarrolladores de todo el país. Aparte creamos 60 aplicaciones desde cero.
La mayoría son para aglutinar Huayra y otras dan respuesta a una necesidad específica de los docentes. Por ejemplo, en el país hay 860 escuelas rurales con menos de tres aulas. No podíamos entregar el servidor que viene con las Netbooks. Por eso desarrollamos Huayra Gestor Escolar, una versión server en una Netbook con Huayra, que es un “access point”. Con ese servidor pudimos resolver la conexión de esas escuelas.
C: ¿El sistema funciona en cualquier máquina?
JC: Sí. Y convive con otro sistema operativo.
C: ¿Apareció mayor interés por el software libre después de los escándalos de espionaje que se destaparon este año?
JC: El tema de la soberanía tecnológica tuvo un impacto importante. Hay mucha gente que está tomando conciencia de esto. Huayra es de código libre, publicamos todo en dos repositorios, uno público de programadores, GitHub, y en el portal de software público de la Jefatura de Gabinete de la Nación. Si miras el código de Huayra vas a ver que no hay ninguna línea que permita el espionaje. Ahí está la trasparencia del Estado. Ninguna corporación podrá espiarlo. Por eso se está ramificando en varias dependencias. En los NAC (Núcleos de Acceso al Conocimiento, del Estado), en la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, en la Secretaría de Cultura, en varias universidades como la de La Plata o la de Quilmes. También en escuelas no alcanzadas por el programa Conectar Igualdad migran a Huayra. Se apropiaron de una herramienta pública, y es lo que nosotros queremos.
C: Por ende, para estas dependencias el sistema tiene toda la suite de oficina para trabajar…
JC: Sí. Las 1.500 aplicaciones que trae están pensadas para el programa Conectar Igualdad, pero también hay 35.000 más que se pueden descargar en los repositorios de libre descarga y gratuitas. Además, este año las provincias ya le están incorporando desarrollo a ese repositorio, ya hay aplicaciones desarrolladas en base a Huayra que ya fueron agregadas. El sistema está hecho de manera federal. Hay foros creados por la gente, no por nosotros, en donde se van pasando información, tutoriales, drivers. La comunidad nos ayudó a perfeccionar Huayra. No es una solución pensada en el microcentro de la ciudad de Buenos Aires. Lo hacemos entre todos de verdad. Cada uno que quiera instalarlo es para nosotros un compañero más. Por ejemplo los estudiantes de la Universidad de La Plata desarrollaron en Huayra las herramientas para las actividades propias que necesita un concejo legislativo y ahora el Senado de la Provincia de Buenos Aires utiliza este sistema operativo.
C: ¿Cuánto se podría ahorrar el Gobierno con este sistema operativo?
JC: Una computadora con las licencias de Windows, Office y antivirus por año sale US$ 700. Si eso se multiplica por todas las máquinas de Conectar Igualdad o todas las de las dependencias públicas, el resultado es una “millonada” que se ahorraría el Estado y que podría reinvertir en investigación y desarrollo local.