La adquisición del 9,9% del capital de Telefónica por parte de Saudi Telecom Company (STC) causó sorpresa en los más diversos ámbitos. Primero, en la propia Telefónica, cuyos directivos no estaban enterados del movimiento. También en el Gobierno español, que considera al operador como una empresa clave en el entramado estratégico del país. Y alcanzó a la banca española, que quedó fuera de una operación que promete dejar interesantes ingresos por comisiones. La lista sigue con la industria de telecomunicaciones europea, los analistas especializados y hasta el regulador de valores.