El SG 1 tendrá propulsión eléctrica - Crédito: Arsat
El tercer satélite geoestacionario de fabricación argentina está diseñado y ya se culmina la planificación de su construcción, que comenzaría al inicio de 2021. El lanzamiento se prevé para el segundo semestre de 2023 y estará colocado en la órbita 81° Oeste a comienzos de 2024. El futuro satélite transmitirá en Banda Ka y dará conectividad de servicios de Internet en zonas aisladas de Argentina y países limítrofes.
Apenas asumió el actual gobierno, comenzó a informar a través de las autoridades del área de Innovación y de las de Arsat, que se retomaría el plan satelital argentino, con un nuevo modelo de satélite que el fabricante rionegrino Invap estuvo desarrollando en los últimos años (la tarea había comenzado en 2015).
Luego prosiguió, a un ritmo más pausado, aunque el gobierno de Juntos por el Cambió discontinúo la fabricación en serie que establecía la Ley del Plan Satelital Argentino, aduciendo que Arsat no tenía ingresos genuinos para hacer frente a la inversión que demandaba la construcción del entonces denominado Arsat 3. La medida generó la disolución de algunos equipos de trabajo y la continuidad de un ciclo de investigación y desarrollo de ciencia y tecnología que había puesto al país entre un puñado de sólo ocho naciones en el mundo con capacidad para construir satélites geoestacionarios.
El nuevo modelo del aparato -que se llamará SG 1-, insumirá una inversión de US$ 250 millones hasta que esté orbitando. La cifra es la suma final del acumulado de toda la etapa de construcción, pruebas, seguros, traslado, lanzamiento, por mencionar los gastos más importantes. La mayor parte de la inversión será a través de un crédito de la Corporación Andina de Fomento (CAF), que deberá ser tratado por la reunión del Directorio de ese organismo regional, en diciembre.
El presidente de Arsat, Pablo Tognetti, explicó a Convergencialatina que el satélite, con una vida útil estimada de 15 años, facturaría unos US$ 750 millones. Ese mismo monto debería erogar el Estado nacional si se contrataran durante esos 15 años satélites de flotas extranjeras para dar conectividad a más de 200.000 hogares rurales y centros productivos en zonas alejadas, donde llegar con otro tipo de tecnología, como fibra óptica, sería dificultoso y muy caro. “Es un tema financiero. En 5 años se amortiza la inversión”, afirmó Tognetti.
En la actualidad se estima que Arsat, con sus dos satélites orbitando en 78° y 81° Oeste, factura unos US$ 45 millones al año, de acuerdo con los valores actuales (descendieron cerca de 20% en el último quinquenio).
El SG 1 tendrá propulsión eléctrica, lo que le evita 1.500 kilos de peso de combustible químico de los modelos anteriores. Para alimentar la generación de electricidad se instalarán varios paneles solares.
En el lanzamiento, el futuro satélite será dejado por el lanzador en una órbita intermedia a unos 250 km de la Tierra, que es el perigeo de una elipse. Desde allí sigue con su propia propulsión hasta alcanzar una órbita circular, a 36.000 km del planeta. El desplazamiento a la ruta definitiva insume entre cinco y seis meses. Una vez que se ubica con precisión en la órbita se inicia un periodo de ajuste y estaría entrando en servicio después de marzo de 2024.
Para garantizar el uso de la órbita 81°O, Argentina deberá poner allí un satélite provisorio antes de enero de 2022. Ya se acordó con una empresa satelital internacional el próximo traslado de un aparato provisorio. El costo de esta operación rondará los US$ 9 millones: el aparato se mantendrá durante tres meses en la órbita que está concesionada al país y así se reafirma el derecho de uso. Para la misma finalidad, en 2018 el gobierno anterior había contratado al satélite Astra; la validación de la órbita solo dura 4 años y por eso será necesario que orbite otro aparato.