En el mercado mundial de las torreras, la Argentina es conocida como “el gigante dormido”: un territorio enorme con alta demanda de conectividad que va a necesitar un gran despliegue de antenas. El negocio está en una etapa incipiente con respecto a otros países por tres razones básicas: la situación económica; las trabas municipales a la hora de otorgar permisos y, finalmente, cierta resistencia de los operadores a tercerizar el despliegue de su infraestructura pasiva.