La escasez global de microprocesadores ha generado fuertes respuestas de los gobiernos centrales, en general asociados con el sector privado, que ya anunciaron proyectos por casi 1 billón de dólares a realizar en la próxima década. De este modo, buscan contar con producción suficiente para cubrir una demanda que prevén en ascenso en el futuro próximo, pero también apuntan a asegurar la producción dentro de sus fronteras ante la posibilidad de una interrupción del suministro.